Unas cuantas calles casi en ruinas, asediadas por los escombros y los delincuentes, es lo que queda del viejo Barrio Chino de La Habana. Cuando se adentra en el un Conde ya ex policia, dedicado
ahora a la compraventa de libros de segunda mano, no puede evitar recordar que estuvo en ese rincon exotico y agreste de la ciudad muchos anos antes, en 1989. Todo surgio de la peticion de la
teniente Patricia Chion, mujer irresistible, para que le ayudara en un extrano caso: el asesinato de Pedro Cuang, un anciano solitario que aparecio ahorcado, junto con su perro, con un dedo
cortado y un circulo y dos flechas grabados con una navaja en el pecho. Eran rituales de santeria que obligaron a hacer pesquisas por otros ambitos de la ciudad. Pero el Conde descubrio hilos
inesperados, negocios secretos y una historia de abnegacion y desgracias que le devolvio la realidad oculta de muchas familias emigrantes asiaticas. Como dice una expresion china, tuvo que
encontrar la cola de la serpiente para llegar a su cabeza.