En esta novela, considerada la obra cumbre de José Donoso, la voz que narra fluye infatigable de los labios del Mudito, como en un viaje desde el ser hacia la nada, elaborando un mundo
destinado, por la maldición intrínseca de la existencia, al deterioro, la pérdida o la confusión de cualquier identidad posible.
Las viejas que pueblan la Casa de la Encarnación de la Chimba y los monstruos de la Rinconada ilustran cada matiz de la desesperación y cada uno de los ínfimos placeres cotidianos, anudando
siempre al ciego instinto de la vida un inextinguible terror ante lo oscuro, lo innombrable, lo que ya no tiene forma.