La pequeña Jonna nace durante la Segunda Guerra Mundial. Al comienzo de estas páginas tiene diez años y su historia nos traslada a un pequeño pueblo danés. Jonna es una observadora atenta y
lúcida de la vida cotidiana: admira a su hermano mayor, se conmueve con las historias de su padre, ayuda a su infatigable madre. Gracias a su perspicacia, es capaz de percibir la hipocresía
de los demás y la pobreza de su propia familia (de hecho, sufre la vergüenza de ser pobre y el miedo a caer aún más bajo debido a las malas cosechas y los desmanes económicos de la posguerra
mundial). Son muchos los personajes extraordinarios que pueblan esta novela, pero destaca especialmente la hermosa y trabajadora Betty, la excepcional madre de Jonna. Decir «una mujer
ejemplar» es decir muy poco: raramente se encuentran en la ficción personajes tan bien dibujados, tan vívidos como ella. Tan humana, diríamos incluso sin exageración alguna. Betty representa
a todas esas mujeres que, a lo largo del siglo XX, y en medio de las guerras, o tras ellas, tuvieron que ponerse al frente de cada familia, de cada hogar, para sacarlo adelante.