El libro se inicia en un café de El Pireo, justo antes del amanecer en una tormentosa mañana de otoño en la década de 1930. El narrador, un joven intelectual, se decide a dejar de lado sus
libros por unos meses después de ser alentado por las palabras de un amigo, Stavridakis, que ha dejado los estudios para ir al Cáucaso con el fin de ayudar a griegos étnicos que están sufriendo
persecución. Inicia un viaje a Creta con el fin de reabrir una antigua mina de lignito y sumergirse en el mundo de los campesinos y la gente de la clase trabajadora. El narrador, cuyos ideales
socialistas le llevan a intentar confraternizar con los trabajadores es advertido por Zorba de que debe mantener las distancia. "El hombre es una bestia. Si usted es cruel con él, le respetará
y temerá; si es amable con él, le sacará los ojos". Por su parte, Zorba se sumerge en la tarea, que es una característica de su actitud: ser absorbido en lo que uno está haciendo o con quien se
está en ese momento. Con bastante frecuencia, Zorba trabaja infinidad de horas y pide no ser interrumpido durante el trabajo. El narrador recupera su entusiasmo vital junto a Zorba y las
personas que lo rodean, pero al final, la tragedia marcará su estancia en Creta y regresará a tierra firme completamente arruinado. Su despedida de Zorba, quizá por la falta de una explosión de
sentimientos, resulta desgarradora, tanto para Zorba como para el narrador. Los dos se recordarán el uno al otro hasta su muerte.