La aplicación del color, en cualquier disciplina artística, es una de las asignaturas más complejas, ya que no responden únicamente a fines decorativos, sino que tiene una intencionalidad y
unos efectos estéticos determinados. A estos hay que sumarles el factor psicológico, dado que un color, e incluso un matiz o una tonalidad, provoca unas sensaciones concretas y puede ser un
elemento fundamental en la apreciación del espacio o de un objeto. Mediante la aplicación del color se consigue dirigirla atención hacia aquellos que se quiere destacar, ya se con la intención
de centrar la mirada en los tonos más llamativos o, en oposición, hacia los volúmenes, espacios o diseños más neutros, por un efecto de contraste.